
La lluvia tibia del baño que recorría su cuerpo le recordaba que su piel era una presencia. Muchas veces se había despertado con la sensación de ser una pura idea. Algo así como un mal sueño del que tarde o temprano debería despertar. Pero ahora, hacía rato que había descubierto que la realidad existía, que ella misma existía y que su pesadilla privada podía tener algunos rincones de colores
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